Realidad de la avenida peatonal



La peatonalización de la Avenida de la Constitución ha sido una de las acciones de mayor impacto en la movilidad de Sevilla en su historia reciente y, en consecuencia, en el modo en que los ciudadanos y los visitantes consumen la ciudad. Sin embargo, despejar el tráfico rodado de la ecuación no parece haber despejado el centro histórico. Los puntos de vista hacia los distintos monumentos de la milla de oro sevillana se han multiplicado, quizás en la misma proporción que sus usuarios. Pero la circulación de los viandantes no es el espacio diáfano que nos prometían las recreaciones digitales del proyecto.

La avenida se organizaba antes en tres segmentos: acera, carretera y acera. Y en las aceras, importante, árboles. Ahora, para recorrer la avenida peatonal hay bastantes más calles y la transversalidad entre ellas no es siempre aconsejable. A saber, de izquierda a derecha: el tranvía, el carril bici, los veladores, los peatones, los puestos ambulantes y los artistas callejeros. Para los caminantes queda un angosto desfiladero en el que hay que sortear también las que se ofrecen a leerte la palma de la mano, los vendedores alegales de servicios turísticos, los encuestadores, los coches que cruzan desde la calle Alemanes, y el propio el caudal de turistas.

Y sin sombra, una tendencia que se impone en la ciudad. Aunque eso es motivo de otro post.